martes, 9 de noviembre de 2010

EMSA_ILADIBA_SALUDHOY_EDITORIAL_PRÁCTICAS PERVERSAS DE MERCADEO

Editorial

Prácticas perversas de mercadeo que deben erradicarse

La lectura de un artículo publicado en el New York Times el 3 de Noviembre sirvió para recordarnos que en nuestra región siguen prevaleciendo prácticas corruptas de mercadeo de los medicamentos (y con seguridad de equipos e insumos) que encarecen los productos, perjudican a los pacientes y enturbian a la sociedad.

La nota del periódico de mayor prestigio mundial alude a los pagos que hace Genentech (filial de Roche) a algunos oftalmólogos para que prescriban Lucentis® cuyo componente es bevacizumab el mismo de Avastin®, con la diferencia que para tratamiento de degeneración macular de la retina el costo de una inyección de Lucentis® es de 2000 dólares y el costo de Avastin® para la misma indicación oscila entre 20 y 50 dólares.

Al médico participante en el programa le abonan a su cuenta un descuento por prescribir el producto más costoso, en preferencia del similar más económico. Si ello no es soborno, “mordida” o “serrucho” qué es?

El laboratorio productor de Lucentis® expresó en un comunicado que la práctica de los descuentos o devoluciones es estándar en la industria y contribuye a rebajar los costos para hospitales, farmacias y médicos. Y para quien verdaderamente cuenta, el paciente, cuál es el beneficio?

Evidentemente el argumento es falaz e inapropiado, excepto en la afirmación de que se trata de una práctica estándar.

En efecto, en todas nuestras farmacias y distribuidores, es conocido que el médico que prescriba un determinado producto de marca recibe “puntos” destinados a calcular el pago de algún beneficio (becas, viajes, computadores u otros) para el médico.

Como la mayoría de las compras en las farmacias se pagan del bolsillo del paciente, la realidad es que el paciente le está pagando al médico una parte del coste del medicamento.

Los costos de los medicamentos tienen que disminuir y para ello hay que utilizar una variedad de medidas como control de precios, importaciones paralelas y prescripción por el componente genérico y no por la marca.

De la misma manera deben erradicarse prácticas perversas como la mencionada. Las organizaciones médicas gremiales o científicas deben pronunciarse y condenar esas prácticas.

El farmaceuta tampoco debe participar y por el contrario debe estar legalmente obligado a ofrecerle al paciente todas las opciones que haya de un determinado compuesto, partiendo del nombre genérico.

Ni el médico, ni el farmaceuta, deben sugerir y menor exigir o imponer una marca que siempre es más costosa (hasta 20 veces más en muchos casos), sin que haya evidencia de superioridad.

Recordemos que muchísimos pacientes a duras penas pueden comprar el genérico barato. Si les toca gastar más simplemente no se tratan, la enfermedad progresa y se complica y eventualmente mueren. Nuestro juramento hipocrático nos obliga a proteger al paciente.

Jorge E. Maldonado MD, PhD, FACP

Editor-Jefe Publicaciones ILADIBA

Profesor Titular de Medicina Mayo Clinic College of Medicine (1976)

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